Mi deporte favorito es sentarme en un café, fumar un cigarrillo y soñar despierta...hay días en los que mientras sueño me encuentro con historias como la siguiente...
La rutina era la misma y con el tiempo se fué estableciendo la trayectoria de su relación. Cada tres meses (más o menos) se veían en algún lugar nuevo y provocativo. Recuerdo que su primera cita -por ser la primera- se reunieron en un café cultural. En medio de cuadros y música se leyeron la mirada por primera vez y se escucharon atentamente...sus vocaciones eran distintas y sus vidas en algún sentido parecidas. Físicamente no eran parecidas, sus gustos musicales eran infinitamente diferentes y posiblemente hasta sus inclinaciones culinarias.
Yo de lejos las miraba atentamente, poco a poco fui convirtiéndome en la sombra de su sombra y detective de sus encuentros. La mujer de lado derecho usaba unos jeans ajustados y un sueter color azúl (su color preferido) y unas botas negras, su look era el de una chica moderna preocupada por su apariencia; pero lo que más llamaba la atención eran sus grandes y bien enmarcados ojos negros por el maquillaje. Su piel blanca contrastaba con su oscuro cabello y su delicada presencia. Caminaba con ccierto desgarbo y con el celular en la mano expresaba su impaciencia a cada momento. La otra mujer lucia distinta; jeans holgados, tenis y abrigo oscuro. Al parecer llegaba con cierta prisa, como si el tiempo se escapara de sus manos y como si en la mochila que colgaba de su hombro cargara con sus ilusiones y desencantos. En la mano llevaba un libro que hablaba de su interés por sumergirse en historias de papel y sueños con olor a tinta...probablemente en eso coincidan aquellas mujeres: en la pasión por los eternos compañeros de la soledad...
Mientras tomaban un café fuí descubriendo parte de cada una y parte de "ambas". La segunda mujer con su piel canela y labios delgados no dejaba de hablar y contar sus experiencias, la otra por el contrario hablaba con sus gestos, con su atención, con su silencio...así cada una a su manera leía cada uno de los gestos y movimientos de la otra.
Al despedirse se tomaron de las manos, acariciaron sus rostros y con una promesa de futuro se alejaron por primera vez.
La siguiente semana se reunieron para comer y de nuevo mirándose fijamente tocaron sus labios y se tomaron de la mano. Sus primeras reuniones se convirtieron en momentos fugaces donde intercambiaban anécdotas, miradas, sabores y olores...
Pasaron algunos meses antes de su siguiente reunión, esta vez en medio de un vino a media luz se dijeron con el cuerpo lo que no habían sido capaces de decirse frente a frente. Por un tiempo, las reuniones se volvieron constantes y llenas de pasión, pero algo cambio de reprente...algo sucedio y con el tiempo el camino bifurco, cada una decidió no incluir a una en la vida de la otra y a pesar de eso, acordaron verse de nuevo y decidieron seguir presentes sin influir en las decisiones, en el corazón y en el futuro.
A pesar del franco alejamiento que había, cada vez que las observaba de lejos me daba cuenta del sentimiento legitimo que existía entre ambas. Formaron un lazo que sólo ellas comprendían, se conocían tanto y a la vez tan poco que se tenían miedo. Probablemente en el fondo eran tan parecidas que no podían evitar rechazarse. Sabían y coincidían en su definición del amor [bueno, no mucho] pero lo más importante es que intuían que el amor, el tan llevado y traído amor, no era eterno y que la fidelidad era una promesa que no estaban dispuestas a enfrentar.
Los días, los meses, los años pasaron...hasta ahora habían podido respetar el trato no dicho y los límites establecidos. Sin embargo, su casi última reunión había tenido una magia que no podían explicar. Esta vez, no podían dejar de tocarse, de mirarse, de besarse y en medio del ruido citadino y la música de fondo se dijeron por primera vez el amor...las palabras sonaron y retumbaron en las ventanas y en la puerta. Como si cada frase se hubiese convertido en un candado que evitaba que huyeran de nuevo. No sé si fué el momento idóneo, seguramente ellas tampoco lo saben. Pero la presencia de una en la vida de la otra es ya indispensable. Por días y días se llamaron, se escribieron, se escucharon y se volvieron a necesitar una y otra vez.
Dificil situación en la que se habían involucrado, ¿cómo mirar sin que los demás vieran en sus ojos el reflejo de lo que añoraban, como besar y acariciar la costumbre si ansiaban aquella piel delicadad y sus dulces miradas...
Habían días en los que les faltaban las fuerzas, el poder que les daba estar juntas, enfrentar el mundo y caminar de la mano por el parque, por la calle, por el mundo sin pena ni miedo...días en los que la soledad calaba más que el frío invernal y la pasión se sentía más que una ráfaga de calor primaveral...
La eternidad aún estaba lejos de sus sueños...la noche las separaba y las situaba en la realidad, cada una escondía debajo de sus labios el deseo y en las largas noches se conformaban con pensarse...
Con el tiempo observé como es que dos mujeres llenas de alegría y emoción se llenaron de temor...¿cómo enfrentaban ese mundo lleno de reglas y obligaciones?... yo no lo sé y lamentablemente y con algunas lágrimas en los ojos desde mi trinchera, miré como el amor se convierte en eterno...en el eterno fantasma que recorre sus días sin parar...
p.d. Porque el amor se vive desde distintas perspectivas...