Y pensaba que nada le sorprendería de nuevo, imaginaba que casi todo lo había vivido ya; así día tras día se sentaba en aquella silla mirando la vida pasar. No necesita mucho para sentirse bien, no necesita tanto para sentirse mal, el tiempo le ha enseñado a caminar pero el cansancio le corroe los huesos y prefiere dormitar. No quiere descubrir nada nuevo, no quiere salir más, no quiere luchar por nada ni que recuerden donde esta. Los días de sol se han ido ya y la luna le recuerda que es mejor descansar. Su mirada se pierde en el televisor, no escucha la radio, no pone atención. Mira a su alrederor y no hay nada ya, la prisa por sentir se ha acabadoy las arrugas de sus manos hablan del pasado. Un día más que no tiene final...
Y así pasan los días y las horas, y así corre el viento y se lleva los recuerdos y así le sorpende una vez más. Han tocado a la puerta, le han mirado a los ojos, le han mordido los labios y como una estrella fugaz le ve pasar. Ella apareció así nomas, con luz en los ojos con brillo en la piel, con deseos de correr y tomarle en sus brazos. Le dice que la ha esperado, le dice que la ha cautivado, en silencio se miran y deciden seguir el corto camino del amor y el largo terreno del olvido.
Se pregunta si vale la pena salir del letargo en que se ha consumido y se da cuenta que la vida no es vida cuando se esta en su juicio. Que la locura del amor y un buen vino siempre se disfrutan entre dos...