De verdad que era una persona especial, tenía las costumbres más extrañas y los ojos más chiquitos al despertar. Ella todavía recordaba ese tono tan especial en las mañanas cuando osadamente le marcaba por teléfono para desearle un buen día, ah que tono el de él, que voz tan entonadamente dulce y armoniosa, en ocasiones ella dudaba que esa voz al otro lado del teléfono fuese la de él. Todos los días a la misma hora marcaba para continuar con la plática del día anterior, todos los días había algo nuevo que decir aunque la noche hubiese sido callada y constelada – si, así como la de Sabines- en fin que siempre sucedía algo, sueños extraños, sueños en blanco y negro, sueños a colores o simplemente sueños. Al parecer siempre había algo que compartir, besos no dados, reclamos, objeciones, dudas, premoniciones, expectativas, pasado y la espera del futuro. Él con ese tono del que les hablo y aún con la cara debajo del edredón saltaba cada vez que ella reclamaba….”me estas escuchando”, “no te duermas” “es hora de levantarse”. Así lentamente él sacaba una pierna, cinco minutos después una mano, mientras tanto asomaba la nariz, y con el pulgar derecho media la temperatura del ambiente, si así era él, extraño y desvelado, siempre apurado y siempre con un café en la mano...Hasta que un día de esos, uno de tantos y uno como ninguno ella se decidió, lucho contra su pereza, lucho contra el frío, contra el calor de sus sábanas, contra el silencio de la casi madrugada, salto de la cama se enfundo en unos jeans tomo una chamarra saco el auto y emprendió el camino…10,20,30,40 y 45 minutos bastaron para que ella llegara a la puerta del edificio, parada frente a la puerta blanca decidió que la mejor opción era tocarle a un vecino e inventar una historia para poder entrar hasta el segundo piso, así lo hizo…subió las escaleras y puntualmente llamo por teléfono…”hey es hora de despertar” él inmediatamente y con un tono quejumbroso dijo “nooo es muy temprano, tengo frío, qué mala costumbre la tuya...¿por qué me haces esto?...ah espera tocan el timbre, ¿a quién se lo ocurre tocar a estas horas de la madrugada?. Pronto él se acerco a la puerta y la vio, poco a poco se reconocieron, ella por fin descubrió que la vocecilla de la mañana no sólo era un efecto a través del teléfono, ella descubrió que esa vocecilla sólo la escuchaba ella y nadie más que ella, él descubrió en su mirada el deseo y la ilusión y así juntos en la cama, debajo del edredón construyeron un mundo de historias, de pasión, de locura y por supuesto de amor….
Hace 2 años.